"Muchachos, deben luchar por encontrar su propia voz, y
cuanto más tarden en empezar, menos probabilidades tienen de hallarla”.
¿Recuerdas al famoso profesor Keating de la película El Club de los Poetas
Muertos, que alentaba a sus alumnos a descubrir su lugar en el mundo y dar lo
mejor de sí mismos? Todos somos singulares en algo, pero igual que no brotará
una planta si nunca llueve, hay que detectar
esos talentos para que
afloren y cultivarlos para que crezcan. Y en ello tienen un
papel fundamental los profesores.
"Es fácil identificar el talento. No se
limita solo a excelentes resultados académicos, sino que tiene que ver también
con la inquietud por aprender de los alumnos, ese exigir más del
docente, el afán por mejorar…", dice María
José Esteban, profesora de Latín y Griego en el IES Valle del Ebro (Navarra) desde hace 8 años y con 23 de
profesión a sus espaldas.
Capacidades que también detecta rápido Sara Medrano, que lleva más de
40 años impartiendo Lengua y Literatura en el colegio Immaculada Concepció de
Barcelona. "Hay alumnos que a nivel lingüístico son buenos, pero no logran
convertir un texto en arte. Otros, sin embargo, imprimen chispa, se salen de lo
meramente formal, juegan con el lenguaje sin saber que están utilizando
recursos literarios, aunque cometan errores ortográficos”, señala.
Precisamente, uno de sus alumnos, Pau
Martínez, fue el ganador
del Concurso
Coca-Cola Jóvenes Talentos de Relato Corto en 2015.
©Un grupo de estudiantes
en el aula. Foto: iStock / Antonio_Diaz
Un sistema muy reglado y masificado
“Porque el talento que no se cultiva, se pierde”
es la frase que encabeza el blog de Javier Tourón, catedrático de
Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Para este experto en altas
capacidades, es difícil que, aún descubierto, el talento se desarrolle dentro
del sistema educativo actual. Algo que corroboran Esteban y Medrano.
"En ocasiones, los docentes gastamos más
energía en los alumnos que no quieren formarse que en los que realmente tienen
interés por aprender. Por eso, a veces no podemos dedicar todo el tiempo que
desearíamos a esos chicos que tienen talento o que atisban tenerlo con un poco
de práctica", afirma Esteban, directora del grupo de teatro escolar Valle del
Ebro, uno de los ganadores de
la 12ª edición de los Premios “Buero” de
Teatro Joven Coca-Cola. "Además,
con 35 adolescentes por aula, es complicado atender sus inquietudes e intereses”,
lamenta.
Medrano apunta otras causas. "Los temarios
son muy cerrados. Se necesitan personas que gestionen los currículos educativos
de otra manera. Los libros de texto cierran puertas a la creatividad”.
Tourón propone en su blog “recuperar el
protagonismo del alumno y ponerlo en el centro del proceso de aprendizaje, de
donde nunca debió salir”, para que pueda desplegar todo su potencial. Para
ello, el vicerrector de la Universidad Internacional de La Rioja aboga por la llamada
Flipped Classroom o clase invertida: la explicación del profesor, en vez de
darse en el aula, se da en casa a través de Youtube opodcasts, mientras que en
clase se pone en práctica la teoría.
©José Antonio Lucero, en
un momento de sus clases a alumnos de ESO.
El alumno como protagonista
José Antonio Lucero ha empezado a aplicar la Flipped Classroom
en este curso académico en la asignatura de Ciencias Sociales que imparte a
chicos de 2º de ESO en el Colegio de las Salesianas de Rota (Cádiz). “Mis
grupos de Secundaria son activos, curiosos, participativos, interesados por las
nuevas tecnologías y contrarios
a una clase magistral tradicional, lo cual puede causar desmotivación y
rechazo, así como momentos de disrupción. Por ello, me
vi en la necesidad de innovar y elegí el método de la clase invertida”, relata.
Convertido
en youtuber y con grandes dosis de humor, este
profesor de 27 años se explica a través del ordenador mientras en el aula los
protagonistas son los chicos con “rutinas de pensamientos interesantes,
ejercicios o teatro”. “La sorpresa inicial duró muy poco y la aceptación fue
prácticamente inmediata. Ahora el aula de Historia es un espacio de aprendizaje, discusión y
experimentación”. Según Tourón, “no podemos pretender seguir enseñando,
como alguien dijo, contenidos del siglo XIX con profesores del siglo XX a
alumnos del siglo XXI”.
Para Lucero, también docente de Lengua y
Literatura, la suya “es la más importante de todas las profesiones. Tenemos una
tremenda responsabilidad: un buen profesor o un mal profesor puede condicionar
la vida de una persona por completo, sacar
los talentos a flote o enterrarlos. Ser
profesor es, creo, ser un artesano, alguien que trabaja con una materia prima
para hacer de ella una obra de arte”.
En ese proceso, apunta Esteban, los estudiantes
son muy agradecidos. “A veces solo necesitan un
hilo que encauce su increíble potencial, su desordenada creatividad. Cuando el alumno siente que el
profesor confía en él, en sus capacidades, en sus pequeños logros, le llena de
una satisfacción tan grande que se puede sacar de él lo que se quiera".
Lucero todavía se acuerda de Don Carlos, el
profesor sustituto de Lengua que tuvo en 5º de Primaria.“Fue el primero que
me animó a escribir porque detectó en mí esta pasión (hoy es autor de un blog, una novela y de varias
obras en ciernes). Aunque solo me dio clase durante un curso, no le olvidaré.
Yo aspiro a que mis alumnos me recuerden de la misma forma”